lunes, 10 de octubre de 2011

Oliva Sabuco

Oliva Sabuco fue hija de Francisca Cózar y del bachiller Miguel Sabuco Álvarez, procurador y letrado, y puede que boticario. Doña Oliva nació en Alcaraz, (Albacete) el 2 de diciembre de 1562, quinta de ocho hijos. Enseguida quedó huérfana de madre y su padre contrajo matrimonio con una mujer de Vianos, como su primera mujer, pero joven y pobre: Ana García. Luisa tendría que haberse llamado Luisa Oliva Sabuco Cózar, pero aparece en la Nueva Filosofía también con los apellidos, tal vez más nobles o menos sospechosos, de sus madrinas: Nantes y Barrera. Contrajo matrimonio con Acacio de Buedo en 1580, falleciendo en fecha desconocida posterior a 1629, año en que se la identifica como testigo de la boda de su hija, Luisa. Aunque no existe ningún registro de que Oliva haya cursado estudios universitarios, bien pudo formarse en su casa, o beneficiarse de las tertulias ilustradas de Alcaraz, donde el gran humanista Pedro Simón Abril fue preceptor de gramática y retórica entre 1578 y 1583. La "Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre, no conocida ni alcanzada de los grandes filósofos antiguos, la cual mejora la vida y salud humana. Compuesta por doña Oliva Sabuco" fue publicada en Madrid en 1587 precedida de una carta dedicatoria Al Rey Nuestro Señor, en que la autora se declara humilde sierva y vasalla, rogándole de rodillas al rey favorezca como caballero de alta prosapia a las mujeres en sus aventuras. El libro fue consignado casi dos años antes al largo proceso para autorizar la obra, componer su tipografía e imprimir el libro, siendo el privilegio del rey de julio de 1586. En el testamento de su padre, descubierto por el registrador José Marco Hidalgo en 1903, Miguel Sabuco Álvarez declara en 1588 haber casado a su hija Luisa de Oliva con Acacio de Buedo, vecino de Alcaraz, otorgándoles una dote excesiva en perjuicio del resto de sus hijos, por lo que luego anduvieron en pleito y se concertaron "por bien de paz". Declara igualmente ser el autor de la Nueva Filosofia donde pone por autora a Luisa de Oliva, su hija, "solo por darle el nombre e la honra", reservando el fruto y provecho que resultare de los dichos libros para sí, y mandando a su hija Luisa no se entrometa en el dicho privilegio, "so pena de maldición". La mayor parte del libro se redactó en un castellano claro y conciso, y la menor en latín. Tanto la Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre como su reputada autora recibieron grandes elogios, sobre todo por el contenido científico-naturalista del libro, también por el filosófico e incluso por el estilo literario, que llegó a ser comparado con el de Cervantes. Lope de Vega llamó a doña Oliva "la décima musa". La idea de la búsqueda de la felicidad y el cuidado de la salud basado en la buena conversación (eutrapelia), el disfrute de la música y la naturaleza, así como en el control y armonía de las pasiones y emociones, le ha devuelto a la obra actualidad e interés.
Bajo el privilegio de autoría concedido por Felipe II a Oliva Sabuco, las profesoras norteamericanas Mary Ellen Waithe y María Colomer Vintró han traducido y editado por primera vez en inglés la Nueva Filosofía (New Philosophy of Human Nature, 2007). La profesora sevillana Rosalía Romero publicó en 2008 un libro sobre Oliva Sabuco (1562-1620): filósofa del Renacimiento español, editado por la Junta de Castilla-La Mancha (2008). El mismo año, la editorial Manuscritos ha reeditado el libro de Eduardo Ruiz Jarén: Oliva Sabuco: filosofía y salud (con prólogo de J. Biedma). Virginia Ferrer, profesora de la Universidad de Barcelona, ha escrito en 2008 una novela, Recuerda Mundo (Barcelona, ed. Sirpus), donde recrea creatívamente el mensaje ecologista, irenísta y armonísta, de la autora alcaraceña.
Doña Luisa no sería la única mujer en su época que, aun sin tener derecho a una educación formal, pudo beber de las mismas fuentes que el humanismo: ediciones de clásicos, gramáticas, perfectamente disponibles en cualquier biblioteca reunida durante el s. XVI. Bastaría con las obras de Erasmo y Vives, incluidas sus traducciones, para fundamentar la obra de Sabuco. La educación de las mujeres se realizaba en el hogar, no en una institución externa, a causa de los prejuicios patriarcales; pero podía ser tanto o más profunda que la de un varón, a juzgar por la dedicación de humanistas como Luis Vives, preceptores de princesas. El prejuicio contra la posibilidad de que Oliva Sabuco, en su aldea, pudiera formarse hasta el punto de emprender una obra de tal calibre (tal vez en colaboración con su maestros), se traduce en ventaja si consideramos las obligaciones de la vida cortesana. ¿Irritó a su padre que renunciara a seguir usando las aptitudes que tanto le había costado educar; y que se liberara de su gravosa tutela? En una época de persecución ideológica y delación religiosa también puede que el padre quisiera protegerla declarando el libro como propio. En cualquier caso, el misterio sobre la autoría añade interés a esta originalísima obra del humanismo renacentista español.

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